El aumento de los servicios, nos lleva a rever qué cambios podemos hacer en nuestra vida diaria con el objetivo de ahorrar un poco. En este caso, enterate en esta nota
1. Calculá el consumo de energía de tu hogar. Sumá todas las cuentas de gas, electricidad y cualquier combustible que hayas usado en tu hogar en los últimos 12 meses. Dividí el total entre el número de metros cuadrados de tu casa, sin incluir la cochera ni los anexos. Pediles a tus amigos y vecinos que hagan el mismo cálculo y compará los resultados para averiguar quién ahorra más en ese rubro.
Comentar y compartir ideas con ellos sobre cómo reducir el consumo de energía y mejorar las instalaciones eléctricas es de gran utilidad.
2. Dejá de comprar lamparitas cada dos por tres.
Es tan molesto como costoso contar con una instalación eléctrica o con una lámpara que exija cambiarle el foco de luz cada mes o cada dos meses (los fabricantes esperan que no hagas nada y sigas comprándolos). La típica lamparita incandescente de 60 watts tiene una duración de 1.000 horas. Si la usás 10 horas diarias, significa que debe durar 100 días (un poco más de 3 meses). Entonces, si notás que las lamparitas se queman antes de la expectativa de vida anunciada en el envase, quizás haya un problema. A continuación presentamos tres posibles causas y sus respectivas soluciones:
• Mala ventilación: si al aislar las paredes y techos de una habitación (para evitar la fuga de calor) se cubre una instalación eléctrica, es probable que se sobrecaliente y se queme la lamparita. El remedio: despejá esa área para que la instalación se ventile bien.
• Potencia excesiva: si estás usando una lamparita de muchos watts para una instalación “débil”, o una lámpara de esfera, el calor excesivo podría quemar el filamento. El remedio: cambiala por una de bajo consumo.
• Las vibraciones: al igual que el calor, pueden hacer que un filamento se queme antes de lo debido. El remedio: si tu lámpara o instalación se encuentra en un área de mucho tránsito, cerca de una puerta que se golpea o en un techo justo debajo de un espacio donde los niños no dejan de saltar, reemplazá la lamparita incandescente por una de bajo consumo, que no tiene filamento.
3. Disminuí la cantidad de tu recibo de luz.
El ahorro de energía se ha convertido en un tema candente y, conscientes de ello, los publicistas intentan que los consumidores ingenuos compren toda clase de productos inútiles para que, en teoría, ahorren dinero. Por ejemplo, en Estados Unidos, una empresa fue multada por vender un líquido para cubrir las instalaciones eléctricas supuestamente causantes de aumentos en el recibo de la luz. Vas a ahorrar dinero si consumís menos energía. Mirá dos formas seguras de lograrlo:
• En promedio, 20 % de lo que se paga por electricidad corresponde a la luz. Sustituí las lamparitas de las cinco instalaciones eléctricas que más utilizás por las de bajo consumo.
• Desconectá las baterías recargables. Pocas personas se dan cuenta de lo que pueden llegar a provocar las baterías descargadas de los teléfonos celulares, las computadoras portátiles, los electrodomésticos y herramientas. Si ya terminaste de cargarlas, desconectalas; de lo contrario sólo te estarán costando dinero.
4. Reducí los costos de calefacción y aire acondicionado. En caso de que cuentes con una instalación de este tipo, que absorbe la mitad de tu cuenta de electricidad o de gas, lo más sencillo y económico para reducir las facturas es limpiar o cambiar los conductos de la calefacción y los filtros del aire acondicionado con frecuencia. De no hacerlo, las unidades se forzarán más, no calentarán o no enfriarán a su capacidad máxima, y quizás se descompongan pronto. Los filtros son tan económicos que posponer su cambio no tiene sentido (algunos incluso se pueden limpiar y canjear sin ningún costo). Y, si tu casa tiene sótano, no olvides cerrar las rejillas de ventilación durante el invierno.
5. No utilices la chimenea. Que no te importe lo que el señor de la inmobiliaria haya insistido sobre el romanticismo de la chimenea de tu nuevo hogar. Recordá que los médicos afirman que las chimeneas contaminan el ambiente y sacan el calor (sí, leíste bien, la mayoría roba más calor del que provee). Si alguien de tu familia padece asma o algún trastorno respiratorio, no la enciendas. Pero si de todos modos te morís de ganas de tener una, cerciorate de que sea de alta tecnología, concebida para dar calor y expulsar el humo al exterior.
6. Hablemos sobre heladeras que, en teoría, consumen poca energía. A los fabricantes y vendedores de línea blanca les encanta anunciar que sus heladeras nuevas y más eficientes ahorran mucha energía. Aseguran que las heladeras y los freezers son los aparatos que más energía consumen en toda la casa, y que su eficiencia energética ha mejorado espectacularmente en las últimas tres décadas. En este caso, todo lo que afirman es verdad.
Una heladera nueva promedio, con descongelado automático y freezer consume menos de 500 kilowatts-hora (kWh) al año, mientras que un modelo equivalente de 1973 consumía más de 1800 kWh, también al año.
Quizás tengas otros motivos para cambiar de heladera, como el deseo de remodelar la cocina o la auténtica necesidad de una más grande, pero, dada la escala de ahorro de energía, sólo tiene sentido que lo hagas, desde un punto de vista financiero, si la que tenés en la actualidad es muy vieja. En general, por regulaciones oficiales de Estados Unidos, a partir de 1993 los fabricantes empezaron a preocuparse por ahorrar energía, así que sólo vale la pena reemplazar el aparato para gastar menos en luz si éste es anterior a ese año. Siempre analizá cuánta energía gasta y comparala con otros modelos similares.
Fuente consultada:www.selecciones.com.ar
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